lunes, 13 de noviembre de 2006

Desnudos

Una de las herencias culturales que hemos recibido de la Antigua Grecia es el género artístico del desnudo. Para los griegos, el cuerpo masculino desnudo expresaba plásticamente todas las potencialidades del hombre perfecto. La imagen de un hombre desnudo se asociaba con el ideal atlético, el coraje, el heroísmo, la belleza física unida a la nobleza espiritual. Por el contrario el desnudo femenino, en un mundo dominado por el hombre, estaba mal visto.Grecia era una sociedad patriarcal que sometía a la mujer a una condición de indudable inferioridad. Los ciudadanos de una polis ocupaban los lugares privilegiados, tenían una vida pública y activa; por el contrario las mujeres debían permanecer recluidas en el gineceo. La consecuencia artística fue que el desnudo femenino, para la Grecia clásica, equivalía a marginalidad. En las pinturas y esculturas arcaicas o clásicas tanto las diosas como las protagonistas de la epopeya se representaban invariablemente vestidas. Los ejemplos de desnudo femenino correspondientes a estos períodos pertenecen a prostitutas La situación cambió durante el siglo IV a.C. La crisis religiosa originada por los cuestionamientos de los sofistas y las reflexiones de los grandes filósofos condujo a una cierta irreverencia en el tratamiento de los dioses tradicionales. Además se produjo un incremento en la consideración social de las mujeres ya que muchas de ellas se vieron obligadas a asumir tareas masculinas mientras sus esposos luchaban en los conflictos bélicos de la época. En los vasos pintados se percibe una temática que apunta a una clientela femenina que ya no admite ser un mero objeto sexual. Se privilegian las representaciones del gineceo, las joyas, los vestidos lujosos, los cosméticos, los regalos amorosos. Afrodita se hace presente cada vez más como modelo a seguir entre las damas griegas, quienes se muestran en su gineceo rodeadas de encantadores Eros que se multiplican para satisfacer su coquetería. Hacia el 350 a.C. el escultor Praxíteles introdujo la transformación esencial en el concepto de belleza vinculado a la mujer: generó el arquetipo de belleza femenina a través del desnudo con su obra la Afrodita de Cnido, modelo para la famosa Venus de Milo. La desnudez dejó de ser exclusiva prerrogativa del hombre como símbolo para expresar la virtud. A partir de Praxíteles la virtud femenina se equipara, visualmente, a los modos de representación masculinos. El conflicto inicial entre desnudez femenina y virtud quedó finalmente resuelto. La Afrodita de Cnido se convirtió en el paradigma de belleza y armonía, en el modelo para la representación ideal de la mujer en la civilización occidental.

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