martes, 24 de enero de 2012

El marqués bailarín. Henry Cyril Paget

        
Henry Cyril Paget, quinto Marqués de Anglesey (1875-1905), personaje del ruidoso fin de la era victoriana, vivió su corta vida desperdiciando la gran fortuna que había heredado.
Vástago de una familia militar, su bisabuelo, el primer marqués de Anglesey, obtuvo su título después de perder su pierna derecha en la batalla de Waterloo.
Su madre se había alejado de la cama matrimonial para tener un affaire con el extravagante actor francés Benoit-Constant Coquelin. El joven Henry fue criado en París y a los ocho años fue llevado a vivir a la mansión de estilo gótico de Anglesey, en el norte de Gales, que heredó a los 23 años.

 

En enero de 1898  se casó con su bella prima  Lillian Florence Maud Chetwynd. Lily era hermosa, con ojos de color verde y rojo y dorado cabello, como si acabara de salir de una pintura prerrafaelista.
En pocas semanas Henry reunió una importante colección de joyas y cubrió a su mujer de esmeraldas y diamantes, hipotecando su fortuna, pero el matrimonio (no consumado) no duró mucho y se divorciaron en 2 años. La ruptura le dio a Henry más libertad para disfrutar de su estilo de vida auto-indulgente.
 
   
Las perlas estaban en el centro de la elaboradísima estrategia que desplegaba para vivir en un estilo de altísima teatralidad, estilo que requería innumerables joyas extraordinarias y trajes delirantes.
Le gustaba ver sus esmeraldas, rubíes y diamantes sobre su cuerpo desnudo, derramando su fortuna en Van Kleef,  Arpels, y otros joyeros de clase alta. Llevaba decenas de anillos en sus dedos largos y delicados. Vestido con ropa extravagante, su figura esbelta podía ser vista caminando por  el centro de Londres.


Utilizó su extensa fortuna para comprar joyas y pieles, y para hacer fiestas extravagantes y actuaciones teatrales. Convirtió la capilla de la casa de campo de la familia en Plas Newydd  en un teatro de 150 asientos, llamado el “Teatro de la alegría”. Allí tomó el papel principal lujosamente ataviado, en producciones que iban desde la pantomima hasta la comedia. Las actuaciones fueron, en primer lugar, por delante de los criados, pero luego contrató a una compañía profesional de teatro de Londres. Se reservó una parte pequeña pero colorida para sí mismo, un baile exótico, sexy y sinuoso como una serpiente, que requería cambios constantes de trajes de seda de brillantes colores,  joyas turquesas,  diamantes y un tocado de plumas de avestruz, ganándose el mote de “el marqués bailarín”. Durante tres años llevó a su compañía de gira por Gran Bretaña y Europa: cincuenta personas y cinco camiones cargados de maletas, vestuarios y toda la parafernalia teatral. Pero el coste de estas actividades fue enorme, sus acreedores lo persiguieron y el marqués tuvo que declararse en bancarrota en 1904.



Su vestuario de lujo, especialmente su batas de Charvet , y las joyas fueron vendidas para pagar sus deudas. En el castillo, los síndicos designados por sus acreedores encontraron cofres de tesoros de perlas y la mayor colección del mundo de bastones con  incrustaciones de amatistas y esmeraldas. Todo salió a la venta en lo que fue la subasta del siglo, con una duración de 40 días. Hasta los perros del marqués se vendieron - su chows, pugs, collies y terriers. Lo mismo hicieron con los caballos, coches, carros y yates.
En 1905 a los 30 años,  Henry Cyril Paget murió de pleuresía en Monte Carlo tras una larga enfermedad, con su ex esposa a su lado.

jueves, 19 de enero de 2012

Descíframe, mi amor, o me veré obligada a devorarte


 
...
era hora de vestirse: se miró en el espejo y sólo era linda por el hecho de ser una mujer: su cuerpo era fino y fuerte
...

eligió un vestido de tela gruesa a pesar del calor, casi sin modelo, el modelo sería su propio cuerpo pero (...)
arreglarse era un ritual que la preocupaba: la tela ya no era un mero paño, se transformaba en material y era ese género que con su cuerpo daba cuerpo -¿cómo podía una simple tela ganar tanto movimiento? su pelo lavado a la mañana y secado al sol en el pequeño patio parecía de seda castaña antigua- ¿linda? no, mujer
entonces se pintó cuidadosamente los labios, los ojos, lo que hacía, según una amiga, muy mal, se pasó perfume por la frente y en la comisura de los pechos...

 

... perfumarse era de una sabiduría instintiva, que venía de milenios de mujeres aparentemente pasivas aprendiendo, y como todo arte, exigía que tuviese un mínimo de conocimiento de sí misma...
perfumarse era un acto secreto y casi religioso.


-¿usaría aros? dudó, ya que quería orejas delicadas y simples, algo modestamente desnudo, dudó más: riqueza aún mayor sería la de esconder con el pelo las orejas de ciervo y volverlas secretas, pero no resistió: las descubrió, estirando el pelo para atrás de las orejas incongruentes y pálidas: ¿reina egipcia? no, toda adornada como las mujeres bíblicas, y había también algo en sus ojos pintados que decía con melancolía: descíframe, mi amor,  o me veré obligada a devorarte, y...


Clarice Lispector
Un aprendizaje o El libro de los placeres

sábado, 14 de enero de 2012

Marion Morehouse


Mientras que "el modelo como musa" cubre el período que comienza después de la Segunda Guerra Mundial, podría decirse que la primera "top model" surgió en la década de 1920. 
Marion Morehouse - la futura señora e. e. cummings -  saltó a la fama fotografiada por Edward Steichen para las revistas Vanity Fair y Vogue.
Modelo y también fotógrafa, conoció al poeta, pintor, ensayista y dramaturgo estadounidense en 1932 y aunque no está claro si los dos estuvieron alguna vez legalmente casados, vivieron juntos  hasta la muerte de Cummings en 1962. Ella murio siete años más tarde en el apartamento de Greenwich Village que habían compartido.

"The greatest fashion model I ever photographed was Marion Morehouse. When she put on the clothes that were to be photographed, she transformed herself into a woman who really would wear that gown".
Edward Steichen