domingo, 26 de noviembre de 2006

Maestros: Poiret

Paul Poiret nació el 8 de abril de 1879 en un ambiente propicio a los placeres sensuales, pues sus padres eran comerciantes de telas en el barrio de Les Halles. Comenzó a trabajar como chico de los recados en el taller de un paragüero, de donde tomaba retales de seda con los que elaboraba extravagantes creaciones que hacían las delicias de su madre y hermanas. Su talento como dibujante le procuró un puesto en el taller del famoso modisto Doucet, de quien aprendió el arte de la costura y la buena vida. En 1901 ingresó en el taller Worth, el más importante del momento y dos años después montó su propio salón de moda. Encontrando ridículas a las mujeres de busto curvo y trasero prominente Paul Poiret comenzó su batalla contra el corsé. En 1906 diseñó un traje sencillo, entallado directamente bajo los pechos y que caía recto hasta los pies. La nueva mujer del diseñador era modesta, joven y de movimientos descaradamente libres. Bajo sus vestidos se escondía una hermosa figura y no un buen corsé. Lamentablemente su estilo pronto comenzó a degenerar. Cada vez subía más el talle, y en consecuencia, los pechos. Además, sus escotes eran cada vez más pronunciados y sus faldas más estrechas. En 1910 lanzó la falda trabada, que obligaba a las mujeres a ir dando pequeños pasitos. En esta ocasión las mujeres no siguieron los dictados del genio. Esto no preocupó mucho a Poiret, que siguió vistiendo a la mujer a su antojo, con caftanes, quimonos y pantalones bombachos, y cubriéndola con velos, túnicas y turbantes. El lujo en todo su esplendor, bordados de vivos colores, puntillas de oro y plata, perlas y plumas. Lo oriental era el último grito tras el éxito en 1909 de los Ballets Rusos en París, que influenciaron las artes, la moda y, en definitiva, el estilo de la década.

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