miércoles, 24 de enero de 2007

Vestidos

Muchas veces, cuando veo vestidos que con sus múltiples pliegues, volantes y adornos oprimen bellamente hermosos cuerpos, pienso que no conservaran por mucho tiempo esa tersura, que pronto mostrarán arrugas imposibles de planchar, polvos tan profundamente confundidos con el encaje que ya no se podrá cepillarlos, y que nadie querrá ser tan ridículo y tan desdichado como para usar el mismo costoso vestido desde la mañana hasta la noche.
Y sin embargo, encuentro jóvenes que son bien hermosas y dejan ver variados y atractivos músculos y delicados huesos, y tersa piel, y masas de finos cabellos, y que, no obstante, día tras día, aparecen con esta especie de disfraz natural, y siempre se apoyan la misma mano y reflejan en su espejo el mismo rostro. Sólo a veces, por la noche, cuando regresan tarde de alguna fiesta, sus vestidos parecen en el espejo raídos, deformados, sucios, ya vistos por demasiada gente y casi impresentables. .

Vestidos. Contemplación (1913)
Franz Kafka.

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