jueves, 10 de mayo de 2007

Las vestiduras de los ángeles

Puesto que los ángeles tienen el aspecto de hombres y viven entre ellos como los hombres de la Tierra, usan vestiduras, poseen casas y otras cosas similares, con la única diferencia de que entre ellos todo es más perfecto.
Las vestiduras que poseen los ángeles, como el resto de las cosas angélicas, están sujetas a las correspondencias, y existen realmente. Sus vestiduras se corresponden con su inteligencia, y esto ocurre así debido a que en los Cielos el aspecto de todas las cosas está en estricta relación con la inteligencia. Puesto que existen diferencias de inteligencia entre unos y otros, se deduce que las vestiduras de unos sean más bellas que las de otros. Los más inteligentes poseen vestidos fulgurantes como una llama. También están quienes los llevan brillantes como la luz. Los menos inteligentes poseen vestiduras blancas cuyo esplendor es menor; y aquellos que son menos inteligentes aun, visten ropajes de diversos colores. Sin embargo, los ángeles del Cielo profundo están desnudos.
Las vestiduras de los ángeles también guardan relación con la verdad, ya que la inteligencia procede de la divina verdad. Si las vestiduras de unos resplandecen como la llama y las de otros brillan con las fuerza de la luz, es debido a que la llama corresponde a la bondad y la luz corresponde a la verdad. Si otros tienen vestiduras blancas sin esplendor alguno, e incluso hay ángeles que visten ropajes de diversos colores, es porque la bondad divina y la divina verdad brillan menos y son recibidas de diferentes maneras por aquellos que son menos inteligentes. Si en el cielo profundo los ángeles permanecen desnudos, es debido a que están en un estado de inocencia, y la inocencia se corresponde con la desnudez.
Las vestiduras de los ángeles no aparecen como simple indumentaria, aunque lo sean realmente. En efecto, no solo entran por los ojos, sino que los vestidos también pueden ser oídos y tocados. Los ángeles tienen muchas vestiduras, y todas constituyen una donación del Señor.

Emanuel Swedenborg
Arquitectura del cielo.

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