La peluca, excentricidad que alcanzó su máximo apogeo en el siglo XVIII, fue introducida por Luis XIII para ocultar su incipiente calvicie (después de haber puesto de moda su magnífica cabellera rizada) y figuró durante más de un siglo como prenda indispensable en el guardarropa de todo caballero.La peluca, empolvada en blanco o gris, grande y aparatosa o pequeña y sencilla, sustituyó al pelo natural de los caballeros y fue utilizada en los actos sociales hasta la llegada de la Revolución Francesa, en la corte otros treinta años más y el los tribunales de justicia de Gran Bretaña hasta hoy.
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