Hasta nuestros días han llegado tanto modelos de cinturones como noticias sobre éstos, pero ninguna tan antigua como para asegurar que se comenzó a usar durante la Edad Media.
Según se cuenta, el cinturón de castidad apareció en algún convento medieval para combatir las tentaciones de la carne. En otras ocasiones fueron los confesores quienes lo impusieron como penitencia a las fieles devotas.
También conocido como "cinturón bergamasque" fue una de las prendas predilectas del “tirano de Padua”, Francisco de Carrara, tan celoso que lo hacia usar incluso a sus numerosas amantes. Otra no menos curiosa historia es la que relata Branttme en "Historia de las Damas Galantes" donde un vendedor puso a la venta varios de estos cinturones que compraron los celosos para sus esposas, pero al parecer el vendedor se puso de acuerdo con algunos afamados amantes a los que vendió copias de las llaves.
En España existe otra leyenda curiosa que se refiere a Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el "Cid Campeador" quien teniendo que partir por largo tiempo por haber sido desterrado, dejando a su esposa Jimena y temiendo que ésta le fuese infiel, le hizo poner un cinturón de castidad. En épocas más recientes, a mediados del siglo pasado, el doctor J. Moodie ideó la faja de castidad femenina como un medio destinado a evitar la masturbación, muy a los usos de la "época Victoriana"
1 comentario:
curioso y gracioso texto...
pensaba que me gustaría leer algo sobre la indumentaria zen (sombreros incluidos por supuesto) con el estilo de tus escritos...
si alguna vez cuadra....agradecido.
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