Cecil Beaton nació en Londres y según cuenta en sus memorias, a los nueve años ya tomaba fotos, ayudado por la institutriz de sus hermanas menores, Alice Collard, una fotógrafa amateur que le enseñó sobre iluminación y sesiones de retrato, además de los aspectos técnicos básicos.
En 1926 realizó su primer gran retrato, uno que haría época: fotografió a la escritora Edith Sitwell como si fuera una escultura funeraria de la Edad Media. Al año siguiente ingresó como fotógrafo y dibujante permanente en Vogue, revista a la que permanecería ligado varias décadas. Sus trabajos para este medio se han convertido en clásicos de la fotografía de modas.
A fines de los años 20 viajó varias veces a los Estados Unidos y amplió su contrato con Condé Nast (editora de Vogue), lo que lo llevó a publicar también en Vanity Fair. En Hollywood y aprovechando la deslumbrante luz de California y sus pintorescos claroscuros realizó una serie de retratos a personajes tales como; Gary Cooper, Johnny Weissmuller, Dolores del Río.
Hacia 1930 escribió "El libro de la belleza". Beaton estaba en el centro de todas las fiestas, incluso las más exclusivas, las celebradas en la mansión San Simenon, del magnate William Randolph Hearst, quien inspiraría el personaje de la película de Orson Welles “El ciudadano”.
Al cumplir los 30 ya era el retratista preferido del mundo de la moda, el cine, el teatro, las artes visuales, la literatura, la música y el fotógrafo oficial de los Windsor.
Beaton tenía una mirada singular para cada retratado, no hay nada que los unifique salvo esa inspirada individualidad. En el cuidado por los detalles de cada uno de sus trabajos brilla la genialidad de Beaton. Como Proust, Beaton entendió que para el ojo atento el mundo comienza a diluirse en el momento preciso del éxtasis.
Murió el 18 de enero de 1980.
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