Durante los primeros años del siglo XIX muchos sastres, cortadores y diseñadores promovieron métodos y sistemas de tomar medidas para mejorar el corte de los vestidos. Uno de los progresos más importantes fue la invención de la cinta métrica, cuyo uso se generalizó hacia 1818. Varios sastres se atribuyeron el mérito de este invento, pero en realidad estaba inspirado en los aparatos para medir en pulgadas que usaban los zapateros. La cinta métrica revolucionó la sastrería, ya que permitía a los sastres tomar las medidas de forma rápida y exacta. Antes, tenían que poner trozos de pesado pergamino sobre los clientes y recortarlos a la medida del cuerpo.
Tomando correctamente las medidas con la cinta, un sastre podía arreglárselas para pintar con tiza, marcar y cortar la tela. Una vez hecho esto, el traje se cosía y se planchaba para darle forma usando distintas planchas y trapos húmedos.
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