tu vas trop vite mamam...
A lo largo de los primeros años del siglo XX, prácticamente toda la alta moda se originó en Paris y en menor medida en Londres. Las revistas de moda de otros países enviaban editores a los espectaculares desfiles de Paris y los departamentos de moda de las tiendas enviaban compradores que copiaban y robaban abiertamente las líneas de estilo y el corte. Tanto en los talleres que fabricaban trajes a medida, como en las tiendas de ropa lista para usar aparecían las últimas modas de París, adaptadas a las características económicas y cotidianas de los clientes.
Cuando las revistas comenzaron a incluir fotografías de moda se volvieron aún más influyentes que en el pasado. En las ciudades alrededor del mundo estas revistas tenían un gran efecto en el gusto público y eran muy solicitadas. Ilustradores talentosos como Paul Iribe, Georges Lepape, Erté, y George Barbier dibujaban cuadros de modas exquisitos para estas publicaciones. Para ese entonces, la revista de moda más famosa del momento era La Gazette du Bon Ton, que había sido fundada en 1912 por Lucien Vogel y regularmente publicada hasta 1925, con la excepción de los años de la guerra.
Éramos ilustraciones para La Gazette du Bon Ton. Éramos dibujos de Paul Iribe. Y fotografías en gelatina de plata. O unas copas Dadá de cristal. Eramos tan modernas…
Nicolás Peyceré
Los días sentimentales
Cuando las revistas comenzaron a incluir fotografías de moda se volvieron aún más influyentes que en el pasado. En las ciudades alrededor del mundo estas revistas tenían un gran efecto en el gusto público y eran muy solicitadas. Ilustradores talentosos como Paul Iribe, Georges Lepape, Erté, y George Barbier dibujaban cuadros de modas exquisitos para estas publicaciones. Para ese entonces, la revista de moda más famosa del momento era La Gazette du Bon Ton, que había sido fundada en 1912 por Lucien Vogel y regularmente publicada hasta 1925, con la excepción de los años de la guerra.
Éramos ilustraciones para La Gazette du Bon Ton. Éramos dibujos de Paul Iribe. Y fotografías en gelatina de plata. O unas copas Dadá de cristal. Eramos tan modernas…
Nicolás Peyceré
Los días sentimentales
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