
El descubrimiento de Perkin dio lugar a una revolución y muy pronto las fábricas textiles adoptaron su técnica y los tejidos resultantes se caracterizaron por tener un brillo y una intensidad sin precedentes que entusiasmaron a los consumidores. En agosto de 1859 se describía la pasión por el morado como “un sarampión malva”, una enfermedad que empezaba con un ataque de lazos malvas y terminaba con el cuerpo completamente cubierto por ese color. En seguida se fabricaron otros tintes sintéticos con nombres evocadores que sugerían la calidad brillante del color como: magenta ácida, verde aldehído, fuchina de Verguín, amarillo Martius y rojo Maguela.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario