Asunta Hernández fue la verdadera creadora del look más refinado que Eva lució después de su gira por Europa. La asesora de imagen de la primera dama era tambien primera oficial de la casa Henriette, la maison que traía toiles de Francia y luego se hizo famosa por los vestidos de novia.
Su función exigía viajes a Francia e Italia dos veces al año para elegir vestidos de Ch. Dior, Jacques Fath y Rochas, asi como zapatos a medida de Perugia, con los que la Primera Dama asistía a las galas del Teatro Colón.
Asunta Hernández pasó la noche del 26 de julio de 1952 transformando en ropa fúnebre un vestido de Fath que Eva no llegó a estrenar en vida.
El dedal tiene su origen en los comienzos de la civilización. Tallados en piedra, bronce, hueso o marfil, el dedal ayudó a los hombres primitivos a impulsar agujas a través de las pieles de animales para la confección de ropa. Desde ese momento los dedales se han creado de todos los materiales imaginables. Ya en las tumbas de los faraones se hallaron pequeños dedales de cuero utilizados por las reinas egipcias, muy hábiles en el arte de coser y de bordar.
En China, las damas de la más alta sociedad usan dedales de gran valor, a veces hechos de perlas, especialmente trabajadas y adornados con oro cincelado. Durante la Edad Media, las damas aguardaban bordando el retorno de los caballeros ausentes que participaban de las Cruzadas.
El invento de las agujas de coser determinó el invento de los dedales. Nuremberg ya tenía dedaleros en 1380, que vendían en todo el territorio bávaro.
La leyenda dice que el dedal, tal como se conoce actualmente, fue la obra de un joyero de Ámsterdam, Nicolás Van Beuschooten, quien en 1648 fabricó y regaló a la señora Van Reusselar en ocasión de su cumpleaños una carta acompañada del presente, en ella el joyero suplicaba a la dama aceptar ese homenaje para protección de sus dedos, a pesar de su reconocida habilidad para manejar las agujas. En Nuremberg, así como en Ámsterdam y en Colonia, los dedales se fabricaban a mano, pero en el año 1696 se inventó una máquina para su fabricación en serie y a precios relativamente bajos.
Desde finales del siglo XVI los dedales fueron considerados como objetos de arte. Se los entregó como prueba de amor durante la época victoriana en una sociedad que desalentaba los regalos personales entre hombres y mujeres.
El término " llamar con el dedal " fue utilizado por las damas de la noche en sus rondas, al golpear en el cristal para atraer la atención de los hombres que pasaban por allí.
En 1800 se utilizaba un dedal como medida de whisky o vaso de alcohol, acuñando la frase: "sólo un dedal".
Durante la Primera Guerra Mundial los dedales se convirtieron en un tipo de moneda. En Inglaterra, alrededor de 400.000 libras esterlinas en dedales fueron donados y se fundieron con el fin de comprar material necesario para los hospitales. Después de la guerra los dedales se convirtieron en un souvenir y un popular medio de publicidad.
El dedal para hombre (sastre) tiene forma de un pequeño cono trunco hueco y abierto en ambos extremos, mientras que el dedal para mujer (modista) está cubierto en su parte más angosta, interiormente es liso y exteriormente tiene pequeños dibujos; es ahí donde se apoya la parte inferior de la aguja cuando se cose, evitando así el riesgo de lastimarse con el reiterado contacto
Carlos Wilson Brega James (1906-1978) era de familia angloamericana y trabajó en Nueva York, Londres y París colaborando en los salones de Poiret y Arden. Consideraba sus vestidos como obras de arte. Revisaba año tras año los diseños originales, haciendo caso omiso del sacrosanto programa de la temporada. Los elementos de sus diseños eran intercambiables, por lo que siempre tenía un fondo inagotable de ideas en las que inspirarse. James veía la forma femenina como una armadura para formar la escultura, no solamente para cubrir con la ropa. Se acercó al arte de la modistería con la ciencia de un ingeniero, a menudo estudiando la distribución del peso de la ropa. Como un artista analizó la proporción, la línea, el color, y la textura. Los detalles de construcción no eran simplemente importantes, ellos eran una obsesión. Sus diseños eran arquitectónicos, esculpidos en telas elegantes y moldeados sobre una armadura de sostén. James era un perfeccionista, un amo del corte.
“Butterfly” ball gown, 1954
James vistió a muchas de las mujeres mejor vestidas, aquellas que frecuentaban los salones de costura de París y fácilmente podrían haber sido vestidas en el extranjero. En cambio tenían el coraje y la determinación de apoyar a un creador único.
En 1934, la revista Vogue proclama que "la silueta de la mujer moderna será fluida y purificada como el perfil aerodinámico de un barco a motor o de un avión". Para obtener ese efecto, se cortaban diagonalmente las telas, y al crear los vestidos, éstas se pegaban al cuerpo y por lo tanto ponían en evidencia el cuerpo de la mujer.
James diseñó originalmente el “vestido mariposa” para la señora de William Randolph Hearst. Hecho de gasa de seda plisada y red de nylon, esta versión pesa mas de 8 kilogramos.. Sus características más notables son alas laterales estructuradas y una falda posterior.
Charles James mostró una de sus colecciones más acertadas en París en 1947 . A partir de los años 50 pasó la mayor parte de su tiempo en Nueva York . En 1964 se mudó al Hotel Chelsea, donde en julio de 1978 murió en su habitación de neumonía.
Este invierno se ha visto a gente caminar con shorts por la nieve y a ministros sin corbata salir en televisión. Jovencitas con botas altas al borde de piscinas tropicales...
Observemos a esa pareja que pasea por los Campos Eliseos un domingo a mediodía. Tienen treinta años, visitan París. Emanan un cierto bienestar satisfecho, ausente de pretensiones. Ella viste, a pleno sol, un vestido largo de satén negro cortado al bies y una cazadora de jean y calza sandalias de taco aguja. Lleva el pelo largo y despeinado. Sin embargo no sale ni del casino, ni de un baile, ni de una casa de citas, simplemente va de la mano de su marido. El lleva unos joggins, gafas oscuras y gorra de béisbol. Aunque es evidente que acaba de salir de la cama y no de un estadio.
¿Dónde está la moda en todo esto?
En lo que respecta a la apariencia humana, el siglo XX ha engendrado en cien años mas mutaciones que todo el milenio anterior.
En el imperio de lo efímero, la moda ocupa el lugar del embalaje. Las guerras del lujo son guerras de imágenes.