Lady Duff-Gordon (Londres 1863-1935) más conocida como Lucile fue una famosa estilista británica. En 1891 abrió su primera casa de costura, la Maison Lucile en Hanover Square, luego le siguieron los salones Paris, Nueva York y Chicago, vistiendo a la alta sociedad, la aristocracia, la realeza y actrices del cine.
Especialmente apreciados eran sus vestidos de té,
confeccionados en gasas ligeras, tafetanes, popelines y sedas. Afirmaba haber
revolucionado la ropa interior femenina perfeccionando el corsé y haciéndolo
más ligero.
Creó en 1907 el vestuario de Lily Elsie para la obra de
teatro "La viuda alegre", que se estrenó en Londres y los trajes
fueron un furor de moda.
Obras maestras de delicada artesanía. Vestidos de estilo
Directorio de cintura alta, que caían rectos hasta el suelo y terminaban en la
parte inferior con franjas recargadas de toda clase de adornos, bordados,
abalorios y lentejuelas, añadidos de encajes, lazos y guirnaldas de rosas
diminutas. Un sentido del color tan sutil que la delicadeza de los matices
resultaba de un esplendor suave e indefinible, remarcado por la introducción de
alguna banda o faja de tonos malva o verdes muy vivos, y tal vez algún toque de
rosado o anaranjado.
Hasta su aparición las modistas de París presentaban sus
ropas sobre maniquíes que llevaban un maillot interior de seda negra con cuello
alto y mangas largas, encima del cual se ponían los vestidos de Doucet o de
Worth. Lucile descartó estos interiores negros y empleó como modelos jóvenes
hermosas de elevada estatura que, según el pintor Étienne Drian se paseaban
afectadamente de una parte a otra con sus turbantes y sus colas con la misma
apariencia de langostas impertinentes. Así Lucile instauraba los desfiles de
modas, teatrales, con escenario, música y luces.
El 15 de abril de 1912 viajaba junto a su marido Sir Cosmo
Duff en el RMS Titanic para visitar la boutique de Nueva York que había abierto
en 1910. Viajaban con los nombres de Sr. y Sra. Morgan, quizá para evitar la
publicidad. Debían llegar rápidamente para ocuparse de un negocio urgente. Se
alojaban en camarotes independientes y tenían reservado un tercero para la
sirvienta de Lady Lucile. No cabe duda de que las damas de primera clase
tomaban buena nota de lo que vestía durante el día y en la cena.
Los tres
sobrevivieron a la tragedia.