A comienzos del 1900 se erigió el ideal de la "Chica Gibson", personaje de caricatura que representaba el ideal femenino de entonces y que se transformó en todo un patrón de vida. Su creador era por supuesto un hombre, el que atribuía a esta belleza los valores y costumbres que los caballeros consideraban adecuadas para una dama. Éstas debían ser de pecho erguido, caderas anchas y nalgas sobresalientes, además de sumisas y obedientes. Poco después nació la mujer con forma de "S", las que ajustaron la falda para resaltar la figura, los peinados se subieron sobre la cabeza y los sombreros se adornaban con plumas.
Pero un nuevo ideal de mujer comenzó a emerger, el que por primera vez fue creado por ellas mismas y no por hombres. La nueva imagen era la de una mujer trabajadora y eficiente, que luchaba por obtener el derecho a voto y que se inmiscuía en los asuntos que hasta entonces eran privilegio del poder masculino. Para representar esta nueva tendencia, los vestidos se alejaron paulatinamente del decorado simplificando su confección. El traje de dos piezas, denominado "traje sastre", era lo más adecuado para los nuevos tiempos.
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