En 1910 se produjo un cambio rotundo en la moda, influenciado por los "Ballet Rusos" que recorrían los escenarios europeos. Los colores llamativos y el orientalismo reemplazaron la hegemonía en tonos pastel y las faldas largas. Bailarinas como la sensual Isadora Duncan y la enigmática Mata Hari, se transformaron en íconos de belleza seguidos mundialmente. Gracias a esta nueva moda las mujeres se atrevieron a desafiar los sólidos principios morales que las ataban y comenzaron a mostrar el cuerpo, lo que por supuesto no fue posible sin escándalo eclesiástico y machista de por medio.
Los cuellos "hasta las orejas" dieron paso al escote en "V" y las faldas se acortaron levemente, dejando al descubierto los tobillos, cosa que también causó estupor en la época En 1914 llegó la Primera Guerra Mundial, que terminó por completo con la farándula y el lujo de la moda francesa e inglesa, en donde se encontraban las grandes casas de alta costura.
Una vez finalizado el conflicto, en 1918, la falda campana dio paso a los cortes rectos, "tipo tubo". El tan utilizado corsé cambió de estrategia, ya que si antes se había usado para levantar el busto, ahora lo hacían para disminuirlo. El "corsé alisador" y los vestidos acinturados en la cadera, dibujaron el nuevo tipo de belleza y de mujer, las que buscaban parecerse más a los muchachos que a las antiguas beldades femeninas. Así surgió la mujer estilo Garzonne, quienes para lograr más aún el parecido con los hombres, se cortaron el pelo y perfilaron las cejas y comenzaron a salir a bailar. Ahora hasta era bien visto ser amiga o parecerse a las cortesanas de "vida alegre".
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