Gandhi luchó toda su vida por introducir en la política de su país un fundamento ético-religioso. En un mundo dominado por la violencia, la razón de Estado, el fanatismo ideológico y confesional y el racismo, enseñó que el deber de la sinceridad, la lealtad, el amor y el respeto por el hombre son valores que están por encima de toda otra cosa. Su polémica contra el progreso tecnológico y económico de Occidente y su anacrónica tentativa de revivir el artesanado rural, fue en el fondo una protesta contra la perspectiva de un mundo en el cual la búsqueda de medios cada vez más perfeccionados para asegurar al hombre el dominio de la naturaleza y de sí mismo amenazan con volverse contra él, esclavizándolo y transformándolo en un medio.
El mismo Gandhi da el ejemplo: aprende a hilar y a tejer y lleva vestidos tejidos por el mismo. El CHARKA, el telar de mano, amigo de ese campesino indio que, antes de la invasión de los tejidos de algodón de Lancashire obtenía de esta única industria doméstica algunas monedas para aumentar sus magros ingresos, se convierte para Gandhi en el símbolo de la rebelión contra la civilización occidental y su explotación de la India.
2 comentarios:
Las revoluciones siempre empiezan desde abajo. Estamos igual que entonces, verdad Cesar?..... Un artículo estupendo, enhorabuena. Un abrazo, Paco
Aparte de ser un santo era totlmente autodidacta. Grande Ghandi
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