No existe otro país y momento histórico en el cual la moda haya sido tan atacada como en la Rusia revolucionaria. La moda era esencialmente un fenómeno burgués y siendo así se esperaba que muriera junto con la clase social que lo producía.
Más que cualquier otro objeto de la vida cotidiana, el vestido preserva simbólicamente la distinción de clases. Como se suponía que dicha diferencia no existía en la indumentaria del nuevo mundo revolucionario, tendría que abolirse.
Al igual que el ostentoso vestir de los zares, los antiguos trajes oscuros, los sombreros emplumados y bombines obviamente se oponían al naciente estilo bolchevique. Bajo tal concepción del vestir, la persistencia de una institución como la moda no podía tolerarse.
En los primeros años tras la Revolución de octubre, «la misma palabra “moda” era un insulto; se convirtió en sinónimo de prejuicio burgués y básicamente se consideraba hostil para el espíritu de la nueva sociedad»
Se consideraba prioritaria la creación de nuevos modelos indumentarios adaptados a la naciente vida revolucionaria, y su función básica sería expresar simbólicamente el agitado cambio. La idea era suprimir las diferencias sartoriales y estandarizar el cuerpo social usando un modelo de vestimenta único.
Fuente: Moda y vestido
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