
No obstante, los cristianos cedían a la corriente general, y no solamente se teñían el pelo sino que también usaban pelucas.
Palabras de Tertuliano: "Hacéis todavía algo peor, añadís a vuestro pelo natural no sé qué enormidad de pelo que no es vuestro, unas veces envolviendo la cabeza por entero, otras a modo de rodete. Mucho me equivoco si estas maneras no van directamente contra el precepto del Señor. Ha dicho que nadie podría añadir nada a su estatura. No obstante, colocaís pelucas altas en redondel sobre vuestras cabezas, como si quisierais armarlas con escudos. Si estas enormidades no os causan verguenza, avergonzaos al menos de la falta que cometéis llevándolas. No adornéis vuestras cabezas santas y cristianas con el despojo de algunas cabezas extrañas que son quizá impuras, insanas y condenadas a las penas del infierno".
