En nuestro país no hay otro símbolo equivalente de lo que
representa la escuela pública que el guardapolvo blanco.
En la época de D. F. Sarmiento se creía que era malo obligar a
usar cualquier tipo de uniformes por el costo que implicaba para las familias,
lo que pondría más obstáculos para la asistencia a la escuela. Sólo a
principios del siglo XX se empezaron a usar. La idea era proporcionar un
vestuario económico, higiénico y democrático que acompañara la expansión de la
escuela.
Uno de los tantos que se postula como inventor de los
delantales blancos es Pablo Pizzurno, por aquel entonces Inspector General de
Escuelas para la Capital Federal que formuló su queja sobre los vestidos
lujosos que usaban las alumnas para ir a la escuela en 1904. Según Pizzurno, reiterando
un tema central de la moralidad de la época, había que sospechar del lujo y la
ostentación en las mujeres, porque se centraba en la frivolidad y porque el
amor a los vestidos caros potencialmente podía llevar a oficios non sanctos.
Según Pizzurno, las mujeres, naturalmente débiles de carácter y con tendencia a
la superficialidad, eran más pasibles de caer en tentaciones que los hombres; y
por eso su apariencia debía regularse con mucho más celo, también, por
supuesto, para garantizar su "decencia" y su pudor. La queja sobre la
peligrosidad del lujo y la ostentación lo llevó a recomendar el uso del
delantal igualador, tomado al parecer de una clase de trabajos manuales,
"con las ventajas de todo orden, morales, económicas, higiénicas y hasta estéticas
que se le reconocen".
En 1915 se promulga un decreto que no sólo autoriza sino que
recomienda el uso de delantales blancos para el personal docente de las
escuelas de la Capital. Se lo consideró "buena práctica", porque
"además de inculcar en los niños la tendencia de vestir con sencillez,
suprimirá la competencia en los trajes entre el mismo personal."
Los delantales rápidamente "colonizaron" las
formas de vestirse de los niños y los adultos en las escuelas públicas. El
camino hacia la uniformación del vestuario ya estaba pavimentado.
Los relatos de quienes sostienen haber inventado los
guardapolvos hablan de la disponibilidad de las telas blancas y de su costo más
bajo, algo que debería ser contrastado con una historia de la industria textil
que aún no ha sido escrita. Se creía que el blanco era el mejor color para la
ropa higiénica, porque es un buen conductor del calor y porque es liviano;
también fue el centro de la "estética de lo lavable" que prefería las
superficies lisas y claras para garantizar la limpieza.
La historia de los guardapolvos escolares no es solamente la
de la democratización de la escuela; los guardapolvos también fundaron
exclusiones e impusieron jerarquías y desigualdades de género, sociales,
raciales y culturales.
Habría que interrogar estas apariencias y formas del vestir
en la escuela y pensar acerca de la justicia y la libertad que promueven.
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