La palabra crinolina denominaba originalmente una tela tejida con crin de caballo que se usaba para forrar sombreros y, más tarde, para dar cuerpo a las enaguas y los dobladillos de los vestidos. Hacia 1856 el término se aplicaba a una prenda interior compuesta de varios aros de tamaños graduados, hechos con barba de ballena o de acero, que ensanchaban las faldas y las ayudaban a mantener su forma.
A finales de los años ´40 del siglo XIX, las faldas de moda se habían hecho tan anchas que las señoras tenían que usar debajo capas y capas de enaguas endurecidas para conseguir la silueta deseada.
Para resolver este problema se hicieron muchos experimentos con caucho, tubos inflables, ballenas y cañas. Uno de los primeros inventos fue patentado por William Thomas y John Marsh en 1849 y constaba de una estructura compuesta de tubos de caucho indio tejidos a través de trozos de madera hueca, creando miriñaques elásticos y flexibles. El 23 de mayo de 1856 J. Gedge obtuvo una patente para crinolinas hechas con dos telas cosidas herméticamente con un pequeño agujero por el que introducir una boquilla para inflarla y una abertura mayor para dejar salir el aire cuando la señora que la lleve puesta quisiera sentarse.
Se llevaron a cabo experimentos con más éxito usando acero, como el diseño patentado en 1856 por C. Amet: una crinolina hecha con alambres de acero cubiertos de tela, sujetos con fuertes cintas, de manera que formen el “esqueleto de la enagua”. Los alambres de acero hicieron posible crear un miriñaque en forma de jaula ligera, plegable, que duraba mucho tiempo y que no era demasiado caro.
Aunque la prensa los ridiculizó a menudo, se hicieron muy populares y se produjeron a millares.
2 comentarios:
y lo que se aprende a través de tú blog! Genial. como siempre un placer venir a leerte. Abrazos
Te imaginas que todavía usemos las mujeres esa terrible indumentaria? La incomodidad sería al máximo jajaa
Aprendo muchísimo con tu blog, gracias por estos repasos históricos!
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