
Historias del vestir. Creación de modas. Arte y confección. Vestuarios, vestidos, sombreros y más...
domingo, 31 de agosto de 2008
jueves, 28 de agosto de 2008
Diario

sábado, 23 de agosto de 2008
Maestros: Manuel Pertegaz

Aunque aragonés, Manuel Pertegaz (Olba, Teruel, 1918) se trasladó con su familia a vivir a Barcelona y poco después abandonó el colegio para comenzar a trabajar en una sastrería (1930). Su carrera fue meteórica y con tan sólo 25 años abrió su primera casa de modas de alta costura. Empezó a ser conocido internacionalmente cuando en 1954 llevó sus vestidos hasta la lujosa y elitista Quinta Avenida de Nueva York junto a Valentino, Pierre Cardin, Emilio Tucci, Pierre Balmain y las hermanas Fontana, entre otros.
En 1957, cuando Christian Dior murió, se barajó su nombre para sucederle, pero él decidió quedarse en España. A finales de los años 60 intuyó que la moda iba a sufrir un cambio, de ahí su fama de precursor. “En aquella época tenía mis mitos de la gran pantalla: Greta Garbo, Joan Crawford, Katharine Hepburn, eran mujeres que me encantaban; su manera de moverse, su personalidad, su forma de actuar de una elegancia muy seductora”.
Durante la época franquista, vistió a la esposa del dictador, Carmen Polo, a la marquesa de Villaverde, y entre las actives a Paulette Godard y Ava Gardner; algunas de ellas fueron sus amigas, como Audrey Hepburn, Jacqueline Kennedy, Marisa Berenson, María Teresa Bertrand, Aline de Romanotes y la reina Sofía.En 2004 realizó el vestido de novia de Leticia Ortiz, la esposa del heredero del trono de España, Felipe de Borbón.
jueves, 21 de agosto de 2008
De cierres y cremalleras

lunes, 18 de agosto de 2008
Arquitectura y moda
Algunos de los llamados complementos de la ropa, funcionan claramente como intermediarios entre las funciones de la arquitectura y el vestido: el ala del sombrero que además de proteger del sol oculta el rostro cuando es más discreto; el abanico que aumenta la ventilación existente si se precisa; o la sombrilla y el paraguas que resguardan del sol y la lluvia cuando se está a la intemperie.
Al realizar estas funciones, el vestido lo hace físicamente en una proximidad total al cuerpo humano, vistiéndole o revistiéndole, en mayor o menor inmediatez según épocas y ocasiones. El miriñaque y el polisón del siglo XIX, con su estructura sustentante, ocupan en este aspecto un lugar intermedio entre el traje habitual y la arquitectura, igual que lo hacen las camas con dosel, vestidas con cortinas.
sábado, 16 de agosto de 2008
Venus defectuosas

Barbra Streisand tuvo que defender el tamaño de su nariz como si fuera su patria; los pies de Sofía Loren eran mucho más grandes que los de su amante Carlo Ponti; Liz Taylor puede caerse al suelo bajo el peso de sus pechos y entonces sí tendría pretextos para decir su célebre frase “soy lo que queda de mí”.
Los vestuaristas, mucho antes que los cirujanos, han practicado la corrección indolora del corte y la confección para mejorar lo que naturaleza no da y Salamanca no presta. El genio de Adrián, vestuarista estrella de Cecil B. de Mille, remodelaba a las venus defectuosas.
–Sí, las divas eran divinas, pero de cara: Norma Schearer tenía talle largo y piernas regordetas. Greta Garbo era chata de busto y encorvada. Constance Benett tenía omóplatos como alas. Joan Crawford, cuando Adrián la vio –él mismo lo cuenta– se preguntó por dónde empezar. En Letty Linton se vio obligado a hacerle mangas como faroles chinos. Es que tenía una cabeza enorme.
jueves, 14 de agosto de 2008
miércoles, 13 de agosto de 2008
Rojo es el interior del alma humana


sábado, 9 de agosto de 2008
viernes, 8 de agosto de 2008
Del patrón a la tela

jueves, 7 de agosto de 2008
Multas por inmoralidad
En 1902 aparece el trotteur, el nuevo traje de chaqueta femenino, que descubre por primera vez el pie. Aunque el mayor cambio fue la eliminación del corsé en 1906 por los creadores Paul Poiret y Vionnet, este fue un hecho significativo que acompañó la lucha de la mujer contra las limitaciones sociales y políticas. A partir de aquí comienzan las grandes revoluciones: en 1911 aparecen los primeros trajes de baño y las faldas pantalón.
Con la I Guerra Mundial, y después de cinco siglos, reaparece la silueta natural de la mujer con la posibilidad de dejar ver las piernas. Durante la contienda, la incomodidad de trabajar con traje largo impuso un cambio y, como suele ocurrir con todos los cambios repentinos, el ajuste fue brutal, ya que a mediados de 1920 las faldas habían subido hasta la rodilla.
Existieron sin embargo numerosas voces que criticaron estos cambios. En 1914 la Liga de Modistas Alemanas y las damas aristócratas parisinas denunciaron “la inmoralidad del nuevo traje”, molestas por la simplicidad de las nuevas confecciones. En Estados Unidos, donde la batalla fue feroz, la ley especificaba: “Se prohíbe a toda mujer llevar faldas o refajos cuyo borde, hallándose aquella en pie, se levante más de 15 cm del suelo… Serán multadas con 25 dólares las mujeres que, en sociedad, ofrezcan a los ojos del espectador demasiada parte de su cuerpo entre cabeza y cintura.”
miércoles, 6 de agosto de 2008
Increíbles, maravillosas y currutacos.

lunes, 4 de agosto de 2008
Clientas

sábado, 2 de agosto de 2008
De polainas y puntas cuadradas

En el siglo IX, las polainas se difundieron por Alemania, Inglaterra y España.
Dada la popularidad de este nuevo accesorio, Felipe el Hermoso en Francia y Eduardo III de Inglaterra establecieron, a principios del siglo XIV, las medidas de la punta de las polainas para distinguir las jerarquías sociales: las de un príncipe tenían puntas de más de dos pies de largo; las de un barón, de dos pies; las de un caballero, de pie y medio, y las de la gente del pueblo de medio pie solamente.
Carlos VIII Valois (el feo, 1470-1498) era toda una curiosidad anatómica: sus pies tenían seis dedos extrañamente desarrollados, que le obligaban a caminar como un pingüino, balanceándose hacia los costados, mientras su cabeza se movía con absoluta autonomía, de modo que nunca se sabía si estaba afirmando o negando lo que decía.
Tenía los pies tan deformes que no podía usar esas polainas puntiagudas, así que simplemente las prohibió, instituyendo zapatos cuadrados y chatos.